El protocolo que añade una “s” al “http” del enlace en que haces clic para acceder a una web lleva con nosotros muchísimos años, sobre todo en las páginas que manejan tu dinero o datos personales: bancos, tiendas online, servicios de correo electrónico, etc.
Ahora, lo que está cambiando es que gigantes como Google y Mozilla, que están detrás de los navegadores web más populares (Chrome y Firefox) quieren que todas y cada una de las páginas adopten el protocolo HTTPS. Para ello, marcarán con un icono rojo (que denota inseguridad) cualquier página que no lo utilice.
Esto quiere decir que los datos en tránsito, mientras viajan del servidor de la web a los ordenadores y viceversa, estarán cifrados, protegidos de los ojos de un atacante o un espía, lo cual ya es una buena noticia.
Lo que no está tan bien es la forma en que se está comunicando al usuario: el sistema de verdes y rojos hace pensar que la página con HTTPS es completamente segura, cuando nadie puede garantizar (y menos el navegador) que eso sea así. La “s” al final del protocolo no puede disipar todas las sospechas sobre un sitio.
La clave está en que la gente entienda lo que hace este protocolo y, por lo tanto, lo que no hace (y eso, ahora mismo, no lo están consiguiendo Google y Mozilla).
Para añadir una capa más de seguridad, recuerda siempre verificar que tu conexión a WiFi sea confiable:
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